domingo

DIME QUE ME DIGO PARA CONVENCERME

Paranoia es la que siento al no estar frente a ti. Mi carne siente ese estertor que produce cada que me besas el cuello y que nunca había sentido antes. Es como si tus manos ardientes, envueltas en fuego se metieran desde mis talones y acabaran siendo arrancadas por la nuca. Me vuelvo millones de hilos y todos caen heterogéneos al suelo, de mil colores; morados y azules son los que predominan. Caigo como muñeco de trapo y trato de contenerme pero lo único que me contiene son tus manos y tus labios clavados ansiosamente en mi alma.

Paranoia es la que siento cuando no sé nada de ti. Aunque haya hablado justo un minuto antes, esos sesenta segundos que ya han transcurrido se han convertido como en toda una vida para mí. Soy como el insecto que desarrolla toda una vida de nacimiento/reproducción/muerte en sólo sesenta segundos tuyos. En ese minuto yo ya tuve la capacidad de morir y volver a renacer.

Paranoia es la que siento cuando todo me recuerda tu persona. Textos, melodías, momentos, pisadas. Estás tú convertida en todo. Todo eres tú y no hay nada que no tenga tatuada tu imagen. Veo tus colores, huelo tu aroma estas en todo lo que me rodea. Tu mirada se clava en mi nuca y tus manos en mis piernas. Volteo para buscarte y no estás ahí; entonces un aire que me marea juega con mi cara y me transporta entre miles de máscaras, todas y ninguna eres tú. Lo sé porque no logro reconocer tus pies descalzos.

Paranoia es la que siento cuando amenazas con matarme y con agrado te lo pido. Tus piernas aprietan un poco y lo único que me traen es placer. La muerte nunca llega y la vida es más vida que nunca. Comienzo a confundir la paranoia con la vida y la vida contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario