miércoles

Me quede

Lo de todo tiene un final
tú siempre lo supiste y
yo lo tuve siempre claro.

Fuimos ilusos
y nos creímos toda esa mierda de que los mejores
besos
se dan con los ojos cerrados.

Y eso que yo siempre quise
perderme en los tuyos
por lo que pudiera esperar al otro lado.

Cuidamos de no aferrarnos tanto,
de no saltar tan alto
y de no querer tan fuerte.

Pero al final nos aferramos tanto
y nos quisimos tan fuerte
que saltamos.

Y aun así,
hoy se hace el silencio
y el problema es que gritan más fuerte
los miedos que los orgasmos.

El problema es que te miro a ti
Pero a quién veo
cada día lo tengo menos claro.
Tus manos ya no son ese refugio
en el que colgar los pies cuando pierdo los zapatos.

Pero juro
que no sé qué hacer para que al corazón
se le pase esta sed de tus labios.
Qué ironía
que suenes incluso más dulce
cuando empiezas a hacerme daño.

La distancia,
lo reconozco,
se hizo enorme mucho antes de la despedida
pero duelen más las ganas de volver a verte.
Y el miedo.
Sobre todo duele el miedo a que no vuelvas.
Hoy sé
que a veces hay que ir al otro lado del mundo
para entender que es demasiado lejos la otra acera
Y déjame decirte
Que en los mejores momentos,
sobraron las fronteras.
Recuerdo tus palabras como agujas.
Pasaste de puntillas por mi vida
y me quedé clavado.
Me has robado el sueño y
lo has cambiado por arrugas,
ojeras y canas.
Me regalas la inspiración a cambio del desvelo.
La musa de la ausencia,
esa terrible capacidad para escribir sobre el
“cuanto te echo de menos”.

Pero lo que más me jode
es no poder recordar tus besos.
Lo de todo tiene un final
tú siempre lo supiste y
yo lo tuve siempre claro.
Pero al menos,
Yo me permití soñar.