lunes

Nubes

El fulgor de las estrellas en medio de las montañas provocó en mí un sentimiento algodonoso. El mundo de los sueños y el mundo de las cafeteras eléctricas eran uno solo. Estaba ebrio de universo. En los patrones de las nubes me pareció reconocer a todas las cosas, así como al firmamento que nace cuando cierro los ojos. Pensé que los campos de algodón eran las nubes de la tierra y que por lo tanto estamos vestidos de nubes. Eso pensé. ¿Y qué son los pensamientos sino las nubes que llevamos dentro?

Me interesan los viajes por la experiencia en sí, con sus maravillas y terrores, sus encantos y desilusiones, su energía, su cansancio, su desamparo.

Pero el desamparo no está en la partida ni en el camino, tampoco en la lejanía: está en el regreso. Porque al regresar uno se pregunta si realmente está regresando, si su casa es su casa, si hay tal cosa como una casa en alguna parte para uno.

Tengo un anhelo: que salgan raíces de mis pies como un tubérculo.

Pero soy un pájaro