sábado

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Hace demasiados años ya que empecé este blog, como mínimo ocho. En el trascurso de estos eh encontrado almas muy singulares, algunas que ya no escriben otras que han perdurado.

Empecé por desahogarme, vaciarme han crecido mil mandrágoras en estas letras. Unas sobrevivieron otras no. en algún momento decidí borrar las entradas viejas aquellas que hablaban de viejos amores, dolores insufribles y experiencias nuevas.

Empecé a escribir por el cáncer, de cómo me entere y como se enteró mi familia, de la inevitable necesidad de hacer todo lo que sentía estaba perdiendo.

Hubo muchas experiencias, fui otra persona, una que dejo el miedo a un lado, la comodidad de saberse seguro entre cuatro paredes para salir al mundo a experimentar. Mi otro yo se sentía muy incómodo estando lejos de su hogar en la noche, es por eso que no salía ni iba a fiestas cuando esas horas llegaban.

Así que empecé a experimentar, probé por primera vez la mariguana, cosa que acepto que aparte de no quedarme con la duda no me produjo ningún placer, jamás entenderé porque la gente se hace adicta a eso. Robe muchos besos, fui a fiestas donde no conocía a nadie apartando el miedo a la soledad y mi falta de carácter para hacer nuevas amistades, cosa que mejoro pero tampoco digamos que me volví un extrovertido que no para de hablar.

Valla ese año está lleno de primeras veces, paracaídas, bongie, mi primera mudanza. Es raro pero el saber que tienes fecha de caducidad te da un sentimiento muy liberador.
En definitiva fui alguien diferente antes, durante y después de ese procesó. Existen varias versiones de mí en el tiempo, extraño saberme tan derrotado, pero lo aproveche al máximo y ahora trato de no volver a sentir que perdí o puedo perder oportunidades para disfrutar mi vida.

Curiosamente la mayoría de las personas que conocí aquí tienen algo que ver con la biología, algo que me gusto, leerlos y que me leyeran saber que existen tantas personas en este mundo que comparten gustos y experiencias similares a las mías


También aprendí que las cosas que escribo pueden herir u ofender a mis conocidos, sobre todo cuando escribo tipo diario, sin limitaciones en mi sentir, pero deben entender que este soy yo. Y yo puedo estar de malas, de buenas, enamorado o dolido y escribir para mí es releerme para comprenderme, para sanar, para analizar como llevo mi vida, si es como me gustaría o debería cambiar. Para aislarme del mundo que a veces me apabulla y tener paz para pensar. Porque en las palabras encuentro la facilidad de verme y ver al mundo desde una perspectiva más amplia 

miércoles

Mi letra

No Puedo Vivir Sin Ti - Coque Malla

Llevas años enredada en mis manos, en mi piel, en mi cabeza, y no puedo más, no puedo más!
Debería estar cansado de tus manos, de tu pelo, de tus rarezas, pero quiero más, yo quiero más!
No puedo vivir sin ti, no hay manera, no puedo estar sin ti, no eh encontrado la manera!


Me dijiste que te irías, pero llevas en mi cabeza toda la vida, sé que no te irás, tú no te irás
Has colgado tu bandera, traspasado la frontera, eres la reina, siempre reinarás, siempre me reinarás
Y ahora estoy aquí esperando a que vengan a buscarme, tú no apareces, no me encontrarán!
Yo me quedo para siempre con mi reina y su bandera, ya no hay fronteras, no me dejaré llevar a ningún lugar!

(Básicamente la misma letra, pero con dos o tres cambios a mi manera, porque, porque así me gustaría dedicártela, porque es todo lo que pienso cuando te pienso, que es básicamente todo el día)

viernes

El telescopio

Porque todo tiene un comienzo y casi siempre uno se empeña en descubrirlo. Es ese obstinado empeño en definir las causas que anteceden a las consecuencias y como no siempre quedan claras o acaso no queremos verlas claras, entonces uno las inventa, las viste, les pone éste u otro nombre, se fijan las fechas y todo queda concluido: todo comenzó aquel día.

Todo comenzó el día en que Alma llegó a casa con el telescopio. Siempre he sido de costumbres nocturnas, me gusta deambular por la casa a oscuras, tantear para sortear los muebles hasta aprenderlo todo de memoria. A  Alma esto no le gusta, pero siempre eh sido así. A ella le gusta dormirse sintiendo mi cuerpo junto al suyo. Yo la complazco y me sujeto a su lado después de que hacemos el amor, me pongo a mirar al techo y espero a que se quede dormida para levantarme. Es que la noche me fascina, no sé por qué no lo entiende.

Aquel día se apareció en casa con un telescopio, dijo que un amigo se lo había regalado y podría entretenerme contando estrellas. La idea me gustó. A partir de aquel día, antes de dormir me sentaba en el balcón a mirar, ciertamente, las estrellas. Alma se acercaba, colocaba su ojo, algo decía y un rato después me invitaba a dormir. Vamos a dormir significaba vamos a hacer el amor, y ella comenzaba a quitarse la ropa hasta llegar desnuda a la cama desde donde gritaba que se arrepentía de haber traído el aparato, que yo no era astrónomo ni iba a descubrí un nuevo cometa y que si quería ver las estrellas, ella podía ayudarme. Alma es así.

Entonces mis madrugadas fueron un tanto diferentes, ya no solo vagar y asomarme a ver la calle. Con el telescopio podía observar las constelaciones, podía ver el barrio más allá de lo que alcanzaba mi vista. Mi balcón da a una avenida por la que rara vez transitan autos de madrugada. Más allá hay casas y edificios, un parque lleno de faroles rotos, callecitas que se pierden entre árboles. Yo podía verlo todo. Me convertí en el fisgón del barrio, en el ojo de la noche, y me resultaba curioso pensar que en ese momento alguien pudiera estar mirándome con otro telescopio. Nunca estamos solos. La oscuridad es un cómplice con demasiados rostros.

Una de esas noches estaba recorriendo los edificios con la vista, y entonces la vi recostada en el balcón. Una mujer joven, fumando despacio y mirando hacia la avenida como quien no mira nada, como quien espera acabar el cigarro para irse a dormir. Nunca la había visto, y por eso me llamó la atención. Tal vez tendría la misma manía que yo, o quizás sencillamente había tenido un mal día y no conseguía el sueño, yo qué sé, el ojo de la noche tiene sus límites de alcance. El caso fue que lanzó la colilla del cigarro y continúo recostada. Me dediqué a observarla. Posiblemente seríamos sólo ella y yo los testigos de la noche, es bueno saberse acompañado  en una empresa aunque ésta parezca totalmente absurda. La chica volvió a fumar. Detrás de su balcón había una puerta y una venta de cristal con las cortinas abiertas, la habitación a oscuras. No podía describir si adentro alguien dormía como Alma de mi lado y en realidad no importaba tanto. La chica estuvo recostada un buen rato, en ese tiempo fumó tres cigarros y, justo al lanzar el último, se incorporó, estiró el cuerpo y entró en la habitación. Bastante aburrido, pensé, así es que me olvidé de los vecinos y continué con las estrellas hasta que el amanecer me lo impidió.

La siguiente noche fue como de costumbre. Alma sudando debajo de mi cuerpo y yo acelerando el movimiento para dejarla exhausta. Luego la pausa. El suspiro final y Alma echándose a mi lado boca abajo, murmurando un diminuto “hasta mañana”. Tiempo de tregua para entonces levantarme, contemplarla en su respiración serena y salir al balcón. El barrio como siempre, tranquilo. Yo espiando detrás de mí ojo de cristal, como Corrieri en Memorias del subdesarrollo. Es curioso, uno se pone a mirar y la cabeza se llena de imágenes dispersas; si pudiera recoger en un video todo lo que pasa por mi mente en cada madrugada, escribiría una novela, o un tratado de sociología, o quizás, no sé, uno se pone a pensar en tantas cosas… Pensé en la insomne de la noche anterior, su balcón estaba a oscuras, seguramente dormía como todos, como Alma, que duerme apacible en mi cama. ¿Y por qué en mi cama? Porque es así, desde hace un tiempo es así. Primero eran salidas eventuales, nos veíamos, ella se quedaba en casa algunas noches, cada vez más seguido, un día traía una camisa, otro dejaba una falda, y así la casa se fue llenando de Alma que duerme mientras yo mirando las ventanas del otro lado.

En una de ésas descubrí una luz que se encendía en el edificio. Un acontecimiento en la madrugada y el departamento de la chica de la noche anterior estaba dentro de mi ojo. Las cortinas de la ventana permanecían abiertas. Cuando se tiene algo que ocultar uno se cuida de cerrar las ventanas, pero ella no sospechaba mi presencia. Entró seguida de un hombre, un gordo de pelo largo que sonreía todo el tiempo. Una mujer y un hombre en la intimidad con entrada libre a los curiosos. Si alma despertaba iba a acusarme de pervertido o tal vez me arrebataría el telescopio, nunca se cabe las cosas que pasan por la mente ajena. A mí me resultó atractiva la idea de seguir mirando y vi como el tipo se quitaba la ropa mientras ella bebía de la botella que tría en la mano. Nunca he visto una escena así aparte de en películas, así es que la idea resultaba interesante. Él se tiró en la cama y dejó de ser visible; ella se quitó la camisa, encendió una pequeña lámpara y apagó la luz. Prohibido para curiosos. El departamento convertido en una luz muy tenue donde seguramente un hombre y una mujer hacían el amor como Alma y yo antes de que Alma se duerma. Pasó un buen rato y vi a mi vecina levantarse, bebió nuevamente de la botella, se puso un short y fue a fumar al balcón. Exactamente igual que la noche anterior, mirando la nada de las calles. Seguramente el tipo dormía y ella, insomne como yo. Ella fumaba, botaba la colilla del cigarro y al rato alguien espiando es inadmisible. Pero esa mujer me resultaba extraña. ¿Por qué esa manía de fuma y fuma callada, ponerse a mirar la calle como si la calle le aplaudiera las conquistas, esa cara cansada y la falta de sueño? No sé, las mujeres no soportan estar solas. Ella llenaba sus noches de hombres y luego, ¿qué? ¿Qué os cura del gusto del vacío? Uno se recuesta en el balcón y es cuando de repente todas las verdades se escapan de las máscaras. La noche es el gran espejo. Uno se empeña en construir el todo con remiendos, como partes de un mosaico infinito, pero algo sucede cuando estos subterfugios se convierten en bufones burlándose de nosotros. ¿Qué hacía Alma en mi cama? Además de dormir, darme la espalda y dormir después de haber sudado sin amarnos, porque Alma duerme en mi cama y se arremolina y antes de irse a trabajar desayunamos juntos y luego regresa y es otra noche y otra noche más yo ante el ojo de cristal viendo cómo la de enfrente fuma, hace el amor y fuma, se recuesta en el balcón y pasa sus manos por la cara mientras tira la colilla hacia la calle, en una de ésas coloca la colilla en el balcón y se lanza ella a ver si algo sucede, como yo, esperando cada noche que algo distinto suceda, un algo diferente que no sea Alma boca abajo como los hombres de departamento de enfrente y, ¿acaso no será lo mismo? La vecina al menos cambia de rostro y quién sabe si en una de esas…

Comencé a obsesionarme. Cada vez me apartaba más pronto del lado de Alma para irme al balcón. Ella comenzó a molestarse preguntando qué tanto hacia yo, (afirmarme categóricamente solo), pero Alma dormía y se arremolinaba. Físicamente no estaba solo. Físicamente había dos cuerpos en mi departamento, ocupando cada cual su espacio, que coincidía únicamente en el momento justo que separa el “vamos a dormir” de Alma y su quedarse dormida. ¿Qué hacía entonces allí cada noche mientras yo hurgaba en la madrugada de los departamentos de enfrente? Del departamento donde la chica y el hombre continuaban charlando. A ratos ella decía algo y le pasaba la mano por el rostro apartándole el pelo de la cara. Parecía que me habían cambiado de vecina, pero era la misma, mi telescopio la conocía perfectamente. Ellos conversando. Yo, el espía. El ojo delator que acecha a los confabulados, aquellos que se hablan muy bajito, y se examinan para sentirse así, mero conquistador, ganador de territorios por derecho propio. Por los cientos de minutos que forman horas que empiezan a cantar los gallos –los gallos cantan mucho antes del amanecer, eso Alma no lo sabe porque no es insomne-. El estiro su cuerpo, ella dijo algo y caminaron hacia el departamento. Permanecieron adentro unos minutos, alguien apagó la luz de la lámpara y ella reapareció en la puerta, pero esta vez distinta. No se apoyó en el balcón a fuma y observar la calle que ya debe saberse de memoria. Se recostó en la puerta, con la mirada hacia adentro, hacia el lugar en que yo sé que está la cama. Me hubiera gustado hacer lo mismo. Me hubiera gustado abandonar mi posición, estirar la espalda y mirar hacia adentro, pero no tendría sentido. Adentro sólo iba a hallar a Alma, recostada boca abajo a un lado de mi cama, horas antes de despertar y pedir el desayuno. Por eso, preferí quedarme allí para ver cómo ella dejaba de mirarle y se sentaba en el piso del balcón, frente a mí, recostando la cabeza en la pared y sonriendo, sin fumar, sin nada de lo común que tan buen conocemos ella y yo. Estuvo un rato así hasta que en el marco de la puerta apareció un hombre descalzo con una camiseta. El caminó hacia ella, se agachó y quedaron largamente mirándose, yo lo sé. No importa que su espalda se interpusiera en mi mira. Tampoco importa que no viera sus rostros cuando él se sentó con los brazos extendidos y las manos de ella aparecieron en su nuca. Ya no importaba ver, no importaba mi ojo telescópico ni mi carencia de audífonos para escuchar lo que quizás no fueran a decirse. Ella le acercó hacia sí y supe que se besaban sin importar que yo mirara desde acá- yo ¿Qué era? ¿Qué podía determinar? Nada, absolutamente nada, conclusivamente nada. 

Yo era el espectador que se seca tímidamente las lágrimas mientras el encargado del proyector recoge las cintas. No era nada, por eso se besaron. Ella lo abrazó muy fuerte y quedaron así, intactos y felices, y yo era tan feliz, curiosamente era feliz de verlos. El recostándose sobre ella y yo viendo sus rostros, sonriendo, ella besándole la oreja mientras él se estremecía y viraba la cabeza para besarla y quedarse así, tan quietos, murmurando cosas al oído para esperar el alba, asistir juntos al alba mientras Alma dormía. Alma, tan tonta, quien no es capaz de presenciar un nacimiento no puede comprender nada. Y yo asistí al nacimiento, estuve cuando el cielo empezó a clarear y los gorriones salieron de sus nidos y ellos se levantaron del piso. Ella estiró el cuero y colocó las manos encima de la reja del balcón para gritarle algo al día que empezaba, mientras el la miraba con ternura, recostado en la pared. Luego volvieron a abrazarse, ella le tomó por la espalda y caminaron hacia adentro, fueron perdiéndose, corrieron las cortinas, alejándose de mí, de mi ojo de cristal lleno de la luz de la mañana, sin la tenue lámpara. Me quedé en el balcón sorprendido por el amanecer, sin estrellas cómplices de mi afán de profanar espacios ajenos, sin el hombre y la mujer, que estaría tendidos en la cama, no sé si haciendo el amor, tal vez durmiendo, qué importa pero ella no volvió a levantarse, no volvió al balcón a fumar como al final de cada madrugada. Me dejó solo esperando su regreso. Me dejó solo como estoy. Solo. Unos momentos solos y ya no hacía falta el ojo de la noche para descubrir los carros que comenzaban a transitar por la avenida, los viejitos sacando sus perros a pasear, los despertadores sonando, los radios anunciando las noticias matutinas y Alma arremolinándose en la cama.

Cuando Alma se levantó, yo aún estaba afuera.
-Oye, tú deberías buscarte un trabajo de guardia nocturno, sería perfecto para ti, estas más loco… Ve preparando el desayuno, anda…
Se metió en el baño y continué en el balcón. Al rato salió con la falda puesta y la toalla colgando al hombro.
-¿Pero todavía estás ahí? Mi vida, se ve que tú no tienes que trabajar temprano, ¿Qué preparaste?
Me recosté en la puerta y la miré mientras se ponía los zapatos.
-Vete, Alma.
Ella siguió con los zapatos.
-Claro, me voy a trabajar, anda, ¿ya tienes el desayuno?, para que te vayas a dormir que tienes unas ojeras…
-No, Alma, vete, quiero que te vayas.
Levantó la vista de mala gana.
-¿Qué pasa amor?
-Quiero que te vayas… que lo recojas todo y no vuelvas… que te vayas.
Alma se incorporó y me miró con una semisonrisa.
-¿Qué pasa? ¿Las estrellas te están afectando la cabeza o qué? –No dije nada, ella suspiró y se levantó caminando hacia mí con los brazos abiertos-. Vamos a ver ¿qué le pasa a mi astrónomo? ¿Estás muy cansado?
Esquivé su cuerpo.
-Estoy cansado de ti y, además, no soy astrónomo.
Entonces se detuvo mirándome molesta.
-¿Qué es esto?, ¿estás hablando en serio?
-Sí, quiero que te vayas, que lo recojas todo y me dejes solo, Alma, que te vayas!
-¿Pero por qué?
Comenzó a impacientarse, en cambio yo estaba sentado como el amanecer. Me senté en la cama mientras ella continuaba de pie a medio vestir. Soporte a un hombre que se pasa la noche despierto, la noche se hizo para dormir y para templar, ¿oíste?, sigue así, que te vas a joder más de lo que estás, por eso me voy al carajo de aquí…
Le di la espalda al balcón de mi vecina y miré a Alma con la maleta en mano.
-Se te queda esto –señalé el telescopio-, es tuyo.
-Quédatelo… yo para qué quiero esa mierda… Voy echando…


Alma salió del cuarto dando un portazo. No quiso llevarse el telescopio, pensó que no le hacía falta y quizás tenía razón, ciertamente a ella no le hacía falta, pero a mí tampoco. Ya no lo necesitaba más. En las noches siguientes, las cortinas del apartamento de enfrente no estuvieron más abiertas. Yo percibía la luz encenderse y apagarse, pero ya sin el ojo de cristal. Me paraba un rato en el balcón a ver las calles, el parque lleno de árboles, la avenida sin autos, y sabía que del lado de allá alguna luz encendería para luego apagarse, así toda la noche, aunque ya yo no fuera el fisgón, aunque ya no estuviera en el balcón para enterarme de todo, yo lo sabía. Sabía perfectamente que mi vecina no se iría a fumar y lanzar las colillas a la calle. Ya no le hacía falta, por eso cerraba los ojos, sonreía y me dormía, mientras en el balcón, el ojo de la noche continuaba solo espiando el nacimiento de la mañana.

sábado

Arrepentimientos y otros amores. Part II

La vida es una constante decisión entre que camino elegir, y creo yo que todos siempre tratamos de tomar el mejor camino, sea cual sea este, es mas fácil, el que nos deja una mayor satisfacción, el que no nos aleja de los demás o el que sí.

El motivo en realidad no importa, lo que si es que nosotros tomamos esa decisión, las consecuencias no siempre son las que deseamos, pero vaya, así es la vida. Somos un amasijo de decisiones sumadas a otro tanto de casualidad.

Cada decisión que eh tomado en mi vida ah traído experiencias, maravillosas, increíblemente dolorosas, o sin ningún particular significado, pero son mis experiencias las que me han formado, las que me han enseñado a levantarme, a gritar a todo pulmón cuando la alegría inunda mi alma, para sentarme y descansa y pensar, solo pensar, porque eso me encanta.

Eh estado pensando si cambiaría algo de mi vida, alguna mala decisión, algo de lo que me arrepiento, poder regresar en el tiempo y pensarlo dos veces y elegir el otro camino, el que quiza me hubiese llevado a ser mas feliz, mas exitoso, el menos doloroso. Se imaginan, el poder reiniciar el día cada que hubiésemos  para hacer las cosas diferentes y ver el resultado.

El querer ser una mejor persona me ah llevado a cuestionarme muchas decisiones, y la verdad, es que eh llegado a una conclusión... No cambiaría nada! en absoluto, obviamente no las buenas, pero tampoco las peores decisiones de mi vida. Soy un ser humano, imperfecto y así me acepto, es la naturaleza de mi especie cometer errores. y es mi destino meter la pata de ves en ves. Seguro, habrá veces donde terminare haber deseado cortarme la pata primero.

Tanto las buenas o malas decisiones me han formado, soy lo que soy gracias a eso, a cada beso, y  cada lagrima, y eh aprendido a vivir mi vida de la mejor manera en la que puedo, imperfecta tal cual soy. Y recapitulando, tengo mas experiencias alegres que tristes y me alegro de haber vivido cada una porque si no, no sería quien soy y todas me han enseñado algo:

Vivir no se trata sobre buscar eternamente la felicidad, o evitar la tristeza, es aceptar y disfrutar cada emoción para crecer en todo aspecto

Arrepentimientos y otros amores. Part I

Hay tantas cosas en mi vida que han sido, por no decir menos, imperfectas, es esta la causa de que en los últimos meses haya tratado de reconstruirme.

Tantas malas decisiones, tantos recuerdos dolorosos, tantas cosas por las cuales arrepentirme. ser egoísta, ser inmaduro, no cuidar mi salud, no cuidar a mi familia. Vaya, la lista es inmensa.

¿Y como ha resultado ser el nuevo yo?... cansado en definitiva. empezando por el hecho de tener que apartarme de la mujer que mas me ah fascinado en años. Y como ¿por que? se preguntaría cualquiera en su sano juicio. pues aunque tanto me gusta y no hay otra cosa que me gustaría mas que conocerla centímetro a centímetro, cita a cita, beso a beso. No puedo. no cuando ella necesita sanar y estar a solas o tener su espacio. Yo quiero estar con ella, pero que es lo que necesita ella, ahí la supuesta madurez, creo que ella necesita que no la agobien cuando su cabeza y su corazón están confundidos. así que, me alejo!

Mi ex aquella a la que ame tanto y sufrí aun mas cuando el destino nos separó, ahora despues de mucho eh vuelvo a platicar con ella, y recordé lo increíblemente fácil que era extrañarla, quererla ver mas y mas. Dentro de la idea de ser menos egoísta, yo me recriminaba el nunca haber podido ser sinceramente feliz por ella, por su nueva o nuevas relaciones.
Como puedes amar a alguien cuando ese amor solo depende de que este contigo pensaba, eso no es amor, entonces que fue, pura adicción y dependencia... no, me niego a creer que con la persona con la cual quise pasar el resto de mi vida hubiese sido solo una ilusión.

No le supe demostrar mi amor, otra cosa de la que me arrepiento, diablos hay tantas cosas. Quise mejorar en ese aspecto, hacer las cosas mejor con la siguiente persona a la que amara. Cuidar como amigo de mi ex, porque sigue siendo una parte importante de mi vida, sentirme feliz por ella, sinceramente, pero los celos, malditos celos, esos que creía destruidos regresan de su limbo, no con la misma fuerza, pero da miedo que la recuperen.

Platicando con una amiga sobre el como somos, o como nos ven nuestros amigos que dicen que nos clavamos muy rápido y damos todo y cuando perdemos ese amor, se nos va la vida. Aclaremos algo, no creo ser un santo, soy tan egoísta como todos, quiza un poco menos no lo se. Pero la sintesis de nuestra larga platica fue no querer mas a los demás sobre nosotros.

Suena muy lógico, quierete, amate, respetate, pero, por sobre la persona amada, sin duda eso haría cualquier posible separación mas fácil o indolora... pero, diablos sigo pensando que eso es el amor, y no debería existir otra forma.